lunes, 27 de septiembre de 2010

Práctica 3 de Fotoperiodismo: bodegón


Cuando a alguien se le nombra una obra de estilo bodegón, lo primero que se le ocurre es una obra que imita antiguo, con nada de modernidad. Se presupone una serie de elementos más o menos ordenados sobre lo que normalmente sería una mesa, una tabla o cualquier superficie lisa, ya sean frutas, objetos de diferentes tipos o incluso libros y jarrones. Y es evidente que es así. No se puede intentar innovar en este aspecto.

He intentado hacer una comparativa entre dos bodegones diferentes. Primero me puse manos a la obra con el bodegón más antiguo, el que se supone más común. En principio fue sencillo, más allá de buscar diferentes objetos que me pudieran servir para la tarea. Quizá lo más complicado fuese la iluminación, el lugar dónde pondría los objetos y, por supuesto, conseguir las propias piezas. Problemas de no demasiada complicación y que poco a poco fui solucionando y sacando adelante. Quedó un bodegón antiguo y hermoso, como mandan los cánones.

Lo complicado fue cuando llegó el momento de intentar mi segundo bodegón. Yo pretendía una obra más o menos futurista, que contrastara de fuerte manera con el primer bodegón. Es decir, que desentonara con el estilo del bodegón habitual. Y lo conseguí, pero no de la manera que yo esperaba. Según iba poniendo elementos tecnológicos me dí cuenta de que había algo que no funcionaba. Quedaba raro. Un bodegón no es un bodegón propiamente dicho si no tiene ese ente que lo hace viejo. Un bodegón tiene la propiedad innata de ser anticuado.

A continuación expongo las fotos del bodegón antiguo, y tan sólo una del moderno para demostrar que, efectivamente, queda fuera de lugar y extraño.

Mi conclusión de la presente práctica es que es difícil innovar en la creación de un bodegón, y que no es en absoluto fácil conseguir un resultado distinto al tradicional.

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